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viernes, 9 de marzo de 2012

La culpa (2)

Me despertó el sonido del teléfono, que se metió en mi sueño y jugó un ratito con las imágenes inconexas que se negaban a abandonarme. Siguió sonando, hasta disiparlas del todo. Alargué la mano y cogí el auricular.

-          ¿Sí? - Fue todo lo que acerté a decir.

 Al otro lado el silencio, y algo como la respiración de una persona.

-          ¿Quién es? - insistí, ya más despierta.


-          ¿Isabel Gavala?


-          Sí soy yo, ¿quién llama?


-          Eres una hija de puta y una cabrona. Te vas a enterar. Te voy...


No llegué a oír el final. Colgué directamente. Miré el reloj de la mesilla. Las tres de la mañana. Otra vez. Otra vez ese cabrón, quien quiera que fuera, me volvía a llamar de madrugada, amenazándome. Ya estaba harta. Mañana, sin falta, se lo contaría. Tenía que contárselo.





-          ¿De parte de quién? - Me pareció notar un leve deje de ironía en la pregunta, pero en seguida deseché la idea.


-          De parte de Isabel Gavala, de Recursos Humanos.


-          Un momento, que le paso.


Música. Espera. Quizá debería haber utilizado a Carmen para hacer la llamada. Darme un poco de importancia. Era lo que hacía todo el mundo, ¿no? Pero conociendo a Carmen, esa concesión a la autoestima podía acabar fatal. No, a pesar del tonillo de la secretaria, había hecho bien.
 

-          ¡Hola, Isa!, ¡qué sorpresa!, ¿a qué debo el honor?  Hace mucho que no me llamas.-
 

Noté el tono de reproche, pero decidí ignorarlo. Julián y yo habíamos tenido una más que intensa relación que terminó después de múltiples reproches mutuos y mucho dolor. Él guardaba la esperanza de recuperarla. Yo sabía que no era posible. Por eso había tardado tanto en decidirme a contárselo. Pero ya no podía más. Él era el Director de Seguridad de la empresa y tenía que saberlo.

-          Julián. Quiero hacerte una consulta profesional. Supongo que Julia no te ha contado nada.


-          ¿Julia? -


-          Ya veo que no. Desde hace unas dos semanas, recibo llamadas a horas intempestivas.


-          ¿Llamadas?, ¿qué clase de llamadas?


-          Llamadas en las que un hombre me insulta y me amenaza.


-          ¿Y qué tiene que ver Julia en esto?


-          Creo que es algo relacionado con el trabajo. Se lo dije a Julia la semana pasada. Al fin y al cabo es mi jefa, pero ya veo que no ha hecho nada.


-          Desde luego, a mí nadie me ha contado nada. ¿Por qué crees que tiene que ver con el trabajo?


-          No lo sé con seguridad, pero empezaron cuando despedimos a un administrativo del área comercial.


-          ¿Crees que puede ser él?


-          Sí, creo que tiene que ver. Era una persona bastante agresiva, ya sabes, estaba siempre como contenido, como si estuviese deseando darme una paliza, pero supiese que aquí no era posible.


-          ¿Por qué le despedisteis?


-          ¡Julián! Sabes que eso es confidencial.


-          Sí, ya lo sé. Por eso te lo pregunto.- Rió.- Pero entiendo que no me lo respondas, y menos por teléfono. Al fin y al cabo me dedico a la seguridad. ¿Cómo lo tienes para que me pase por tu despacho esta mañana y hablamos?
 

-          La verdad es que tengo dos reuniones, y luego clase de inglés, y por la tarde...-

-          Isabel.- Me interrumpió.- Tranquila. Es sólo un momento, para hablar de este tema. Lo tengo claro.-


-          Perdona, Julián. A las 12. A las 12 tengo un ratito, ¿te viene bien?


-          Allí estaré.




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