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sábado, 9 de febrero de 2013

De qué hablo cuando hablo de correr

Éste es el segundo libro que leo de Haruki Murakami. Del primero, "Tokio Blues", ya hice una reseña que podéis encontrar entre las entradas más leídas del blog. Y también tengo que decir que le hice un pequeño homenaje, con un relato titulado "El toldero que leía a Murakami", que también está a la derecha, entre las entradas más leídas.
 
Comencé este libro sabiendo que no era una novela, pero eso no me preocupaba porque, como sabéis los que habéis leído mi reseña de "Tokio Blues", la que leí de Murakami no me había emocionado.
 
Tengo que decir que, si tuviese que valorar "De qué hablo cuando hablo de correr" desde el punto de vista literario tampoco le daría una nota muy alta. Decididamente, el estilo de Murakami no me convence. Aunque en estos casos (escritores extranjeros) siempre me queda la duda de si lo que realmente estropea las obras son las traducciones. Pero como, por el momento, no pienso aprender japonés, mantengo mi apreciación: no me gusta su estilo.
 
Pero si miro el libro desde otra perspectiva, sí crece mi valoración. Para mí, "De qué hablo cuando hablo de correr" es un espejo y una ventana. Un espejo a las razones que llevan a alguien a escribir, a lo que siente cuando lo hace, a cómo van surgiendo las obras, el esfuerzo, la dedicación que requieren; y una ventana a la superación que supone un entrenamiento continuo para ir afrontando retos físicos. En el caso de Murakami correr maratones y, más tarde, participar en pruebas de triatlón.
 
El paralelismo que establece entre ambas actividades me ha gustado mucho. Yo siempre he dicho que escribir es, ante todo, oficio. Es cierto que hay algo más, algo que surge de la necesidad de contar, de hilar historias. Pero sólo escribiendo se aprende a escribir. Entrenando, que diría Murakami. Y eso es lo que él hace y nos cuenta en el libro. Entrenarse. Física y mentalmente. Para conseguir retos. Trabajando sus músculos y su cerebro, acostumbrándolos a sufrir. Para, al final, cumplir su ojetivo: terminar su obra, que puede ser una carrera o una novela. En definitiva, llegar.
 
Por eso me ha gustado el libro. A mí, que odio cualquier manifiestación de deporte. Sobre todo si tengo que hacerlo yo. Pero me ha acercado a mí misma. Y a mi marido, que corre, entrenando para lograr un objetivo que él mismo se ha impuesto y que se parece bastante al de Murakami: completar la media maratón. Veremos qué pasa. Con nuestros objetivos - los de los dos - y con el entrenamiento, que en el fondo, es lo que cuenta, porque es en él en el que vives, continuamente, entrenando para ir de un objetivo a otro, de un libro a otro, de una carrera a otra, de un momento a otro a lo largo de la vida.