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domingo, 26 de febrero de 2012

La culpa

Hoy os voy a dejar el principio de mi primera novela, "la culpa". Ya he hablado de ella en el blog. Incluso dejé una página con un trozo que escogí al azar. Pero he decidido que, mientras sigo buscando algún alma caritativa que me publique, podría ser buena idea ir dejando poco a poco una de las novelas (en este caso la primera) en este medio. Los motivos son dos: el primero, que quizá así logre  despertar la atención y que,  aquéllos que no la conocéis, demostréis interés. La segunda, sinceramente, es más prosaica. Alimentar el blog con una historia semanal se me está haciendo un poco complicado. Por eso, si alterno cosas nuevas con otras que ya he escrito, espero que se me hará más fácil.

Como dije en su día, ésta es la primera novela que escribí. La empecé en 2008 y la acabé en 2010. Es la que menos he movido por las editoriales buscando una oportunidad. Quizá porque me parece la menos ambiciosa, o quizá porque (pobre desheredada) es la que creo que tiene menos posibilidades. Puede que me haya equivocado, pero lo cierto es que sólo la he mandado a  una editorial. Y no es que me hayan dicho exactamente que no. Más bien lo que me han dicho es que la editorial está pensando en cerrar y que la persona que la leyó (y a la que le gustó) ya no trabaja allí. No sé muy bien qué querrá decir eso. A lo mejor soy gafe. O, simplemente, como me comentaron, elegí un mal momento para volver a escribir. La crisis y la aparición del libro electrónico está cambiando el modelo y pocas editoriales están preparadas para ello. Por eso, también he pensado en publicar esta novela, "la culpa" directamente como libro digital. Pero no estoy segura... Que sirva su aparición en el blog (por entregas, como los antiguos folletines) de prueba. A ver qué acogida tiene.

domingo, 19 de febrero de 2012

La patilarga

Esta semana os dejo una historia (como página a la derecha) sobre la necesidad de adaptarnos a las circunstancias y sobre la capacidad de ver cosas buenas en aquéllos que son distintos a nosotros. En un entorno como el actual, esa capacidad de cambio se convierte en una autentica prioridad.

Pero, tengo que reconocer, que la idea vino a mí viendo la película "The artist". Aunque, aparentaemnte, mi historia no tenga nada que ver, ambas hablan del error de anclarse a lo que en épocas anteriores nos ha funcionado bien; de la necesidad de estar atentos al entorno, de no morir de éxito, en definitiva.

Y más allá de paralelismos, recomiendo la película. Me ha parecido una delicia. Todo en ella: la historia, los actores, la manera de narrarla, la orginalidad del regreso a técnicas antiguas... Todo se combina para componer una pelicula única.

Mi historia no da para tanto, pero recoge un dicho tradicional español: "renovarse o morir".

domingo, 12 de febrero de 2012

Tokio Blues

Hoy voy a comentar "Tokio blues (Norvegian wood)" de Haruki Murakami.

Para empezar diré que es el primer libro de este autor que he leído. Parece ser que, además, es el único que sigue una línea realista, el que no responde exactamente al estilo que le define. Fue escrito en 1987, pero no llegó a España hasta hace algunos años.

La acción transcurre en los años sesenta y narra las peripecias de un estudiante universitario en Tokio. Tengo que decir que me ha recordado a "El guardián entre el centeno", de J.D. Salinger y esto, en mi caso, no es una alabanza. Ya sé que este último está considerado uno de los libros más importantes del siglo XX. Pero a mí no consiguió llegarme en absoluto. Me pareció aburrido. Además, bajo mi punto de vista es una obra que ha envejecido mal ya que, la trasgresión que pudo suponer en su día su contenido, ha quedado totalmente superada.

Pues bien, ésa fue la sensación que tuve con "Tokio Blues" durante las primeras cien páginas. Supongo que decir esto, después de haber admitido que no me gustó "El guardián entre el centeno" es como para pensar que no sé nada de literatura (y seguramente sea cierto). Ambas son consideradas obras maestras. Pero, ¡qué le vamos a hacer!, yo, al menos en mi blog, ejerzo la tiranía del lector y digo lo que me gusta y lo que no.

Pero, no exageremos, si las cien primeras páginas me abrurrieron (tanto que no llegué a dejar el libro porque soy muy disciplinada y rara vez dejo sin terminar una lectura), la parte final sí me ha gustado.

A mi modo de ver, "Tokio Blues" es una novela desigual, que tarda en calentar motores y deja toda la fuerza para el final. Es una novela triste, pero narrada sin pasión de ningún tipo. Curiosamente, a pesar de estar escrita en primera persona, mantiene una distancia, una frialdad, con la crudeza de la historia, que la hace aún más dura.

He leído en algún comentario, que refleja fielmente la sociedad japonesa. No sé si será cierto. No conozco Japón más que a través de lecturas, pero, si es así, da un poco de vértigo asomarse a la naturalidad con la que se viven las situaciones más descarnadas y la soledad y la tristeza que impregna todo el libro.

Si queréis una lectura ligera y alegre, no se os ocurra elegir "Tokio Blues". Al fin y al cabo, el propio nombre (aunque sea la traducción, porque el título original es otro) ya da algún aviso.

sábado, 4 de febrero de 2012

El amigo americano

Hoy voy a dejar otro relato antiguo, de los que encontré cuando estaba haciendo la mudanza. Éste lo escribí un poco más tarde, en 1997. El estilo ya es más parecido al que tengo actualmente, pero la historia ha envejecido peor. El el cuento se habla de cartas, de las de verdad, las que recibíamos en el buzón. Y no me refiero a las de los bancos, ni a la publicidad, sino a aquéllas que escribíamos con bolígrafo y papel y que nos mantenían suspendidos, esperando las noticias de vuelta, varios días. Ahora ya casi ni se usan. Estoy segura de que hay algunas personas, las más jóvenes, que nunca han recibido ninguna.

Y no quiero yo ser una antigua y decir que repudio el correo eléctronico, internet y los móviles. Ni mucho menos. Sin algunas de estas cosas casi ya ni sabría vivir. Y ni siquiera tendría este blog. Pero es cierto que las cartas eran más románticas. Si incluso hay un género literario que es la epístola.

El caso es que el relato de hoy (como página a la derecha) va de eso, de cartas. Y no ha envejecido bien. Me temo que si sustituyese las cartas por correos electrónicos, sms o Whatsapp, no sería lo mismo.

Ahí os lo dejo. Una mirada al pasado, a un pasado muy reciente, pero que ya ha quedado obsoleto.