Veo que la entrada sobre mis lecturas no ha tenido mucho éxito. No sé si es porque gusta menos o porque ya os habéis cansado. Para comprobar, esta semana voy a publicar (como una nueva página, a la derecha) un relato que es más una disquisición ética que una historia.
A los que me conocéis, a los que sabéis de mi vida "real", quizá os sorprenda el final. El resto, me lo habréis oído en más de una ocasión. (Es lo que tengo, que cuando cojo un tema no paro de darle vueltas). Creo que es adecuado en todo momento, pero más en la situación actual y más aún en mi situación actual. La mía y la de mi gente, Ya sabéis, a pesar de lo que nos cuenta el cine de Hollywood no siempre ganan los buenos (ni vistiendo de blanco). Aunque, a lo mejor es más sabio el refranero español, que dice "el que ríe el último, ríe mejor".
Siempre me he preguntado por esto. Cierto lo de diluirse la culpabilidad; pero no es menos cierto que no se puede eludir la responsabilidada
ResponderEliminarPara mí la culpa sólo se comparte. Y es en ese compartir donde algo de peso se nos va. O eso creemos o queremos creer. Ese menor peso, nos alivia. Nos ayuda a sentirnos mejor
ResponderEliminarPor otra parte, no todos nos sentimos culpables por las mismas cosas ni en la misma 'cantidad', ni aun siendo educados en los mismos valores o principios.
Parecerá exagerada la comparación de los atroces crímenes nazis con nuestros pequeños crímenes cotidianos, pero creo que es acertada. Para que el ser humano menosprecie la moral, solo necesita tres cosas: Poder, capacidad para autojustificarse, y minimización e incluso deshumanización del adversario y sus derechos. Lo que nos diferencia de los nazis es la magnitud del crimen. Me da miedo pensar si yo hubiera sido alemán en Alemania entre 1933 y 1945. No puedo asegurar que hubiera estado entre los pocos decentes que hubo. Quien diga lo contrario, lo hace porque evidentemente no lo va a comprobar nadie.
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