Esta novela recibió el Premio
Nacional de Literatura 2009 y se considera un fenómeno literario, entre otras
cosas, por la originalidad de su estructura.
Y aquí estoy yo, dispuesta a
comentarla desde mi blog. Pero como ya me ha sucedido con otras novelas más o
menos laureadas, no me dejaré impresionar por premios ni por opiniones ajenas.
Yo, desde mi blog, ejerzo la tiranía del lector, la que espero también de
aquellos (no muchos, ya me gustaría que fueran más) que me leen.
Y lo primero que tengo que decir
es que no sé si me ha gustado o no. Sí, así de ambiguo. La leí casi de un tirón.
Eso parece bueno. Disfruté con todas y cada una de las historias que contiene.
Eso también. Pero, cuando terminé tuve la sensación de que me faltaba algo y
esa sensación no me ha abandonado desde entonces. Eso ya no parece tan bueno.
¿O sí? Quizá necesite una segunda lectura. Y estoy segura de que, algunas de
las historias, la van a tener. Una segunda o incluso una tercera lectura.
Porque ése para mí es el
problema: son una serie de relatos agrupados – muy buenos todos ellos - con un
hilo conductor, desde mi punto de vista, demasiado fino, que no engarza
realmente. Cuando terminé la novela y cerré el libro, sentía que tenía ganas de
más, pero también me preguntaba, ¿qué me ha querido contar? Y sí, leyendo otras
críticas (tanto de expertos como de otros lectores) sale aquello de la historia
familiar, de la autobiografía y la vida del mar. Pero para mí es sólo un
pretexto, como lo es el viaje en avión. Un pretexto del autor para hacernos
creer que nos ofrece una novela, cuando lo que nos está brindando es un puñado
de cuentos propios y ajenos que nos llevan de un sitio a otro, de un tiempo a
otro, a través de las emociones que nos van despertado.
Por eso estoy de acuerdo con la
opinión generalizada de la crítica: el valor de este libro está en su
estructura. En la originalidad de presentarnos una recopilación de relatos como
una novela y hacer que nos lo creamos, que sintamos que de verdad Uribe quiere
contarnos la historia de su familia, cuando lo que ha hecho es traernos y
llevarnos por tiempos y lugares sin haber salido del avión que le lleva a Nueva
York, habiendo regresado una y otra vez a Ondarroa. Porque, a pesar de ser una
novela pretendidamente local (como he dicho tiene tintes autobiográficos) es,
sin embargo, tremendamente universal.
Ese hallazgo de Uribe me da
ánimos y me ofrece una vía para explorar. Como ya he dicho en este blog yo me
considero más una escritora de relatos cortos que de novelas. Y cuando escribo,
lo hago así, enlazando un relato con otro e intentando que todos ellos se
enmarquen dentro de la trama general. A veces realmente me cuesta. Y me da la
sensación de que a Uribe no le ha importado tanto como a mí conseguir la imagen
de unidad, la sensación de que todas las historias convergen en una. Porque, de
hecho, sólo convergen en la suya, en su historia familiar, que es la que dice
que nos quiere contar. Quizá deba esforzarme más en cada uno de los relatos y
menos en la trama general.
Y, por último, desde un punto de
vista personal, no puedo dejar de señalar esas coincidencias que me han ido
conmoviendo durante la lectura: la referencia al nombre de Antigua y a la
patrona, la Virgen de la Antigua, que aquellos que hayáis leído “Ni patria ni
tribu” entenderéis perfectamente. Punta Galea y Lekeitio que me hablaban de
Patricia…
En definitiva, un libro distinto.
Y sí, lo recomiendo.
No puedo opinar porque no lo he leído, pero tiene buena pinta
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